31 octubre 2010

ALBERTO OLIVERAS








ALBERTO OLIVERAS


      Al escuchar su nombre lo primero que recuerdo es su personalísima voz, cálida y sugerente, en aquella mítica serie de programas de viaje titulada ‘La aventura humana’ que realizó para TVE y que nos contaba la historia de aquellos españoles singulares, "santos, locos o piratas", que, por los más diversos motivos, habían buscado otros horizontes vitales en un país exótico del Tercer Mundo, al tiempo que daba a conocer la vida y cultura de esos pueblos; todo ello -además de la razón inconfesada de buscar ayuda y solidaridad- con el colorido, el gusto del encuadre y del ritmo de unos planos desprovistos de la visión turística de otros reporteros que captaba la cámara de Jon Inchaustegui.

   El que todavía permanece en mi recuerdo y más impacto me produjo fue aquel dedicado a un misionero español afincado en la India que luchaba por los más pobres y marginados; el entonces desconocido buen samaritano, que el formidable comunicador barcelonés nos descubría, tenía un nombre difícil de olvidar: Vicente Ferrer… Y tal fue la empatía que surgió entre reportero y entrevistado, que, años más tarde, Ferrer eligió a Oliveras como el autor que habría de contar su vida en un libro: 'Vicente Ferrer, la revolución silenciosa'.

   Este fabuloso contador de historias, de causas humanas y solidarias, que siempre ponía el acento en las injusticias del momento, era escritor, guionista, editor de revistas, promotor cultural y profesional nato de radio y televisión; todo lo que hacía el irrepetible Alberto Oliveras enganchaba a la audiencia con la magia y el encanto de su voz, su mirada azul y sus palabras…

   Hace unas horas se supo que este periodista humanitario y viajero, mi admirado Alberto Oliveras, murió 
ayer
* en París a los 80 años…

Lorenzo López Carrillo, *14 OCT 2010



24 octubre 2010

LEONARD BERNSTEIN, el gran comunicador

                       

       *Se cumplen 20 años de la muerte de mi admirado compositor y gran director de orquesta Leonard Bernstein y para conmemorar esta efeméride reproduzco aquí el artículo que escribí entonces y que me publicó el periódico EL DÍA, de Tenerife, el 24 de octubre de 1990...                                                            
Lorenzo López Carrillo, 14 OCT 2010



Leonard Bernstein, el gran comunicador


      El corazón de Leonard Bernstein ha dejado de sonar. Su pulso se detuvo en su apartamento de Manhattan, cuando la noche neoyorquina del domingo 14 de octubre se cernía sobre la Gran Manzana. Un paro cardíaco, provocado por una fuerte infección pulmonar, ponía fin a los 72 años de vida de este hombre juvenilmente visceral e impenitentemente vitalista.





      Apenas unos días antes, había anunciado su retirada como director de orquesta por problemas de salud y las palabras de despedida a su labor profesional se convertían al final en una trágica premonición y en un adiós definitivo.



      Ya en su último concierto, el pasado 19 de agosto, en el estado norteamericano de Massachusetts, donde nació en 1918, le faltaba al maestro su habitual energía desbordante. La fulgurante llama del apasionado y exuberante Bernstein, reconocida en su inconfundible manera de dirigir, por sus saltos, contorsiones y piruetas en el podio -del que, por cierto, se cayó varias veces- se estaba apagando.

Su vida se propagó como un incendio a múltiples facetas en su dedicación artística: pianista y director, pedagogo y compositor para teatro, cine…, ningún medio se le resistía a este anciano-niño prodigio y también desde la televisión supo llevar la música clásica a todos los hogares. La muerte de este genio norteamericano de la música es una lamentable pérdida no sólo para su país sino para el mundo entero.





UN JUDÍO ERRANTE

      Hijo de emigrantes judíos de origen ruso, Leonard Bernstein nació en Lawrence, en el estado norteamericano de Massachusetts. Su ascendencia y su fulminante ascensión desde su origen humilde no hicieron sino acrecentar la faceta mítica del músico convirtiéndole en un hijo del gran sueño americano.

El niño Leonard, con su madre Jennie y Samuel, su padre

      Pero Leonard había tenido una infancia difícil por su constitución débil y asmática, y por su carácter retraído en el ambiente familiar poco grato. El propio músico, siendo ya un artista reconocido, la recordaba así: “Me sentía terriblemente desgraciado antes de descubrir la música. Era un niño enfermizo y desdichado hasta que, repentinamente encontré mi mundo, me robustecí interiormente y cambió mi vida. El secreto es que había encontrado un universo en el que me sentía seguro: la música. Estaba protegido en su seno cuando me sumergía en ella sentado frente al piano”.


      Sus rápidos progresos en este instrumento se mostraban con una intuición musical extremada y un talento superior a lo normal, lo que hizo cambiar el poco apoyo que inicialmente su padre daba a sus estudios musicales y máxime al comprobar que la absoluta inclinación de Leonard por la Música no influía negativamente en su rendimiento escolar sino todo lo contrario, consiguiendo incluso ingresar en la Universidad de Harvard.



      Cuando Bernstein tenía tan sólo dieciséis años se produjo otro hecho decisivo para confirmarle que en su vocación el verdadero objetivo era la dirección de orquesta: se trataba de la retransmisión por radio de un concierto de la Orquesta Sinfónica de Boston dirigida por Serguei Koussevitzky interpretando “La Consagración de la Primavera” de Stravinsky, cuya audición le produjo una honda impresión.

Con el paso del tiempo, y siendo ya un excelente pianista, la nueva vocación de director de orquesta se afianzó debido a su contacto con las principales batutas -todas ellas europeas- de los centros musicales norteamericanos, como el propio Koussevitzky, Mitropoulos y Walter.



      Dimitri Mitropoulos orientó la carrera profesional de Bernstein cuando éste tenía veintiún años y el azar hizo que el joven Leonard, con tan sólo veinticinco años, sustituyera a Bruno Walter por enfermedad en la dirección de un concierto de la Orquesta Filarmónica de Nueva York, convirtiéndose así en el primer norteamericano en dirigir una prestigiosa orquesta en Estados Unidos.

Desde entonces su carrera ha sido imparable y su batuta ha guiado las mejores orquestas del mundo con el más variado repertorio.



ALEGRÍA y PASIÓN POR LA MÚSICA

      Brillante en su actividad polifacética, Leonard Bernstein fue también un versátil compositor, escribiendo musicales para el teatro de Broadway, como “Candide”, bandas sonoras para películas con las que muchos de nosotros hemos crecido, como “West Side Story”, sinfonías como “Kaddish”, “Jeremías” y “La edad de la ansiedad”, pasando por música para ballets o para su “Misa” en memoria del asesinado John Fitzgerald Kennedy.

          Bernstein inspiró a varias generaciones de músicos y fue una figura única en la música de este siglo. Algunos detractores le acusaron de frivolidad en muchas de sus composiciones, a lo que Bernstein respondía agudamente: “Me siento profundamente orgulloso de mi música frívola; ya sé que puede resultar una comparación pedante, pero autores como Mozart, Haydn o Schubert escribieron música maravillosamente frívola (serenatas, divertimentos, canciones) y me siento sinceramente feliz al unirme a esa pandilla..., aunque ellos lo hacen mejor que yo, claro”.



En sus propias palabras, también llegó a decir: “Independientemente de mi labor como profesional, ante todo soy un fanático aficionado de la música“.























Como artista auténtico y como hombre que supo de la lucha y del dolor, Lenny -como le llamaban sus amigos- tenía un toque mágico y se entregaba totalmente a lo que hacía con verdadera pasión.

Premiado y condecorado, pero sobre todo admirado en todo el mundo, utilizó su don musical para defender los derechos de los marginados, entre ellos los enfermos de SIDA a quienes pensaba dedicar su último concierto el próximo día 28 de octubre. No pudo ser, pero queda con nosotros el recuerdo de sus composiciones, de sus actuaciones tan espectaculares y sus participaciones en actos decisivos por la libertad: Bernstein dirigió la 9ª Sinfonía de Beethoven en Berlín para celebrar la caída del Muro.
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La Orquesta y el Coro estaban formados por miembros de los conjuntos de Alemania oriental y occidental (la Staatskapelle de Dresde, el coro infantil de la Filarmónica de Dresde y el Coro de la Radio de Berlín), simbolizando la unificación y la paz. También participaron músicos de Estados Unidos (New York Philharmonic), Reino Unido (London Symphony Orchestra), Francia (Orquesta de París), y la Unión Soviética (Mariinsky Theatre), representando el legado de un Berlín dividido y celebrando su reunificación.

Después del concierto, Leonard Bernstein fue hasta el Muro de Berlín, con cincel y martillo, para contribuir personalmente al derribo con sus propias manos, como vemos en esta fotografía histórica...




      Gracias a la música, Lenny encontró el camino a la eternidad. Entre nosotros deja un vacío irremplazable en nuestra vida artística y espiritual; un vacío que de ahora en adelante sólo podrá llenar (y que sería de nosotros si así no fuese) la música de sus discos. Adiós Lenny, adiós maestro, y gracias...

Lorenzo López Carrillo
Publicado en la página de CULTURA
del periódico "EL DÍA", Tenerife, 24 OCT 1990
*hoy hace justo 20 años































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FOTOGALERÍA


















































Leonard Bernstein with members of the Ex-Concentration Camp Orchestra, May, 1948, Munich, Germany
© Credit Gift of Henny Durmashkin Gurko, Museum of Jewish Heritage, NY
















































































12 octubre 2010

MANUEL ALEXANDRE

MANUEL ALEXANDRE

      Tenía algo popular que él sabía transmitir muy fácilmente con aquella voz temblorosa e inconfundible. Con ella le puso sonido al absurdo y también a la ternura, a la amargura con su punto de temblor o de duda y a los pequeños sueños de aquella España miserable de entonces, en las más de 300 películas en las que intervino como eterno secundario y que son la mitad de la historia del cine español que siempre recordaremos en blanco y negro. 


Trabajó en los clásicos de nuestro cine y con los más grandes, pero también en aquellas comedias ligeras para las que parecía estar destinado, aunque él siempre quiso ser un actor dramático; pero su escasa estatura y su figura, con sus ojos vivarachos, y su voz con un gracioso tono irónico, lo inclinaban a lo humorístico, sobre todo por su inolvidable risa, que hizo que lo apodaran el "risa floja", como incluso él mismo decía en algunas de sus películas. 


Tras 65 años en los escenarios, recibió el Goya de Honor en 2003 y aunque también en el teatro y en la televisión ya había bordado trabajos que se cuentan por decenas, tuvo que esperar hasta la última parte de su vida para que le ofrecieran en el cine los papeles de protagonista con los que siempre soñó: desde los de galán enamorado ("Elsa y Fred") hasta los dramáticos en los que, incluso sin palabras ("¿Y tú quién eres?"), demostraba su enorme talento y con los que tanto nos hizo disfrutar…

Manuel Alexandre, uno de los grandes actores de reparto del cine, el  teatro y la televisión de las últimas siete décadas ha muerto hoy en Madrid; el próximo 11 de noviembre iba a cumplir 93 años...

Lorenzo López Carrillo
martes, 12 octubre 2010






















































10 octubre 2010

10-10-10...




10-10-10
día 10 del mes 10 del año 10…



        El 10 es el número de la perfección: la mujer 10 (Bo Derek lo fue); la mejor calificación de una prueba: el 10 significa que lo has logrado por completo; después, otra cosa es mantenerlo...


En mi vida es la suma del año en que nací (64) y de la edad que tengo (46); también ha sido el número postal que ha figurado en las casas en las que he vivido hasta ahora...

















El número 10 es también el número del universo: asociado a la Rueda de la Fortuna representa la Eternidad, sin principio ni fin y en Numerología, el 10 (1+2+3+4) representa a la totalidad del Cosmos, ya que 1 es Dios, 2 es la materia, 3 es el mundo físico y 4 es la reproducción...

Es el último de la escala decimal y también es la repetición de la unidad derivada de lo negativo, según los números arábigos, donde el cero es el círculo, que representa la negatividad, y el uno la unidad.

Por separado, la esencia de la computación informática. Al número 10 elevado a 100 (un 1 con 100 ceros), se le llamó ‘Gúgol’, y de esa palabra, por un error tipográfico, salió eso imprescindible que todos conocemos: ‘Google’.



Para los amantes de lo esotérico, en el Tarot, las cartas de número 10 indican que se termina un ciclo y se inicia otro nuevo: aquello por lo cual hemos luchado llega a su máxima expresión y se produce un cierre de ciclo, para dar inicio, de nuevo, al 1 y a otro comienzo...

Así que, en una fecha como ésta, yo podría decir aquello de que "hoy es es el primer día del resto de mi vida…"

Lorenzo López Carrillo
La Orotava, 10 - 10 - 2010