16 diciembre 2010

BLAKE EDWARDS



BLAKE EDWARDS



Simplemente con dos de sus películas, "Desayuno con diamantes", con la mejor Audrey Hepburn que recuerdo... 



... o "Días de vino y rosas", la comedia amarga más brillante que se ha hecho sobre el alcoholismo, con los magistrales Jack Lemmon y Lee Remick... 


... al cineasta estadounidense BLAKE EDWARDS le bastaba para pasar a la historia del séptimo arte.





Esta tarde moría en Santa Mónica, California, como consecuencia de las complicaciones de una neumonía, uno (otro más, en esta mala racha de pérdidas en este año que ya acaba) de los últimos grandes maestros del cine de Hollywood.
Tenía 88 años y aunque, en su carrera de medio siglo con más de 70 películas, se le etiquetó principalmente como director de comedias, Blake Edwards se paseó con maestría por todos los géneros y muchas de sus películas se han convertido en verdaderos clásicos.


En nuestra memoria quedan títulos como la divertidísima "El Guateque", con un hierático Peter Sellers, la sensacional comedia musical "Víctor o Victoria", protagonizada por su segunda esposa, Julie Andrews (en una de las siete ocasiones en la que la dirigió)  o la inevitable "La pantera rosa"

         


El éxito de esta última fue tal, que marcó la carrera del director y al año siguiente ya estaba rodando una secuela, a la que seguirían muchas más, sobre todo cuando necesitaba dinero para otros proyectos...


Henry Mancini compuso la música de esta película, que fue uno de los éxitos de las treinta colaboraciones entre Blake Edwards y el compositor, y de las que salieron muchas de las mejores bandas sonoras de la historia, siendo sólo un ejemplo, la célebre canción 'Moon River' de "Desayuno con diamantes"…




En 2004 le dieron un Oscar honorífico, el que le habían estado negando durante cuarenta años.






Lorenzo López Carrillo
jueves, 16 diciembre 2010

08 diciembre 2010

JOHN LENNON, starting over...


JOHN LENNON



Tenía un talento rebelde y genial para la música, el cine y los libros, incluso para las originalísimas conferencias de prensa y las entrevistas, muchas de ellas inolvidables. 



Era un romántico que imaginó un mundo mejor y quiso darle una oportunidad a la Paz, de la que fue un invencible activista.




"Vivimos en un mundo donde nos escondemos para hacer el amor, aunque la violencia se practica a plena luz del día" llegó a decir en una de sus célebres frases...



Cuesta trabajo imaginar a John Lennon con 70 años viviendo en este mundo tan radicalmente distinto del que soñó y ayudó a imaginar a millones de jóvenes: quizá se hubiera sumido en una enorme melancolía; y si viviera, probablemente seguiría teniendo las mismas ideas, pero seguro que no sería un mito...




Hace 30 años, la noche del 8 de diciembre de 1980, cinco disparos acababan con los cuarenta años de la vida del músico más carismático de los años sesenta. Pocas horas antes de ser asesinado, John Lennon fue fotografiado por última vez, desnudo y abrazado a su esposa, Yoko Ono. 


Así es la última imagen que se hizo del ex-Beatles con vida. La tomó Annie Leibovitz, para una portada de la revista "Rolling Stone" que daría, y sigue dando, la vuelta al mundo...

Lorenzo López Carrillo
miércoles, 8 diciembre 2010


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*Añadido el 8 de diciembre de 2011, en el 31 aniversario...
La última entrevista a John Lennon

La tarde del viernes 5 de diciembre de 1980, John Lennon habló con el redactor de ROLLING STONE Jonathan Cott, durante más de nueve horas en su apartamento del Upper West Side neoyorquino y en el estudio Record Plant. Tres noches después, Lennon sería asesinado cuando volvía a casa después de unas sesiones de grabación. 

            


Hoy se cumplen 31 años de tan inesperado desenlace.



Estaba previsto que la entrevista fuera el tema de portada del primer número de la revista en 1981, pero, tras el asesinato de Lennon, Cott prefirió escribir un obituario y utilizó muy poco material de sus conversaciones. 

El que sigue, es el el texto completo de la última gran entrevista de Lennon: la conversación alegre, escandalosamente feliz, inspiradora, valiente y subversiva que compartió con nosotros aquella noche, mientras se preparaba para regresar al primer plano de la actualidad tras cinco años de vida privada junto a Yoko Ono y su hijo pequeño, Sean.



“¡Bienvenido al sanctasanctórum!”, dijo John Lennon, saludándome con una animada y fingida "ceremoniosidad" en el precioso despacho que Yoko Ono tenía en su apartamento del Dakota. La fecha, el 5 de diciembre de 1980. Me senté en un sofá cerca de Yoko, y ella empezó a contarme cómo surgió la idea de su nuevo disco en colaboración, Double fantasy: la primavera anterior, John y su hijo Sean estuvieron tres semanas de vacaciones en las Bermudas mientras que Yoko se había quedado en casa “resolviendo unos asuntos”, según me dijo. Mientras estaban en Bermudas, John le telefoneó para contarle que había llevado a Sean al jardín botánico y que habían encontrado una flor llamada Double fantasy. “Es un tipo de fresa”, diría John después, “pero lo que significa para nosotros es que dos personas tienen la misma imagen en el mismo momento. Ese es el secreto”.





“Una noche estaba en un club de las Bermudas”, interrumpió John sentándose en el sofá, y Yoko a su vez se levantó para traer un poco de café. “En la planta de arriba, pinchaban disco, y en la de abajo, me pareció oír Rock Lobster, de B-52’s por primera vez. ¿La conoces? Suena a la música que hace Yoko, así que me dije, ‘¡Es el momento de desenterrar el viejo hacha y despertar a la mujer!”. Ella y John hablaban todos los días y se cantaban las canciones que cada uno había compuesto entre llamada y llamada.

“He oído”, le dije a John, “que tu guitarra ha estado colgada encima de la cama durante los últimos cinco o seis años y que sólo la has cogido últimamente para tocar en Double fantasy”.

“Me compré una preciosa guitarra eléctrica en la época en la que volví con Yoko y tuvimos al bebé”, dijo John. “No es una guitarra normal; no tiene cuerpo. Es sólo un mástil y algo parecido a un tubo, a un tobogán, y puedes alargar la parte de arriba para equilibrarla dependiendo de si estás sentado o de pie. La toqué un poco, y luego simplemente la colgué encima de la cama, pero solía mirarla de vez en cuando, porque la pobre nunca había participado en ninguna grabación profesional, nunca había sido tocada de verdad. No quería esconderla como alguien escondería un instrumento al que duele mirar –como cuando Artie Shaw pasó por aquello y no quiso volver a tocar el clarinete nunca más. El caso es que yo solía mirarla y pensar, ‘¿La bajaré de ahí alguna vez?”.

“A su lado, en la pared, coloqué el número nueve y una daga que Yoko me había regalado… una daga de la Guerra Civil americana hecha a partir de un cuchillo para cortar el pan, para cortar las malas vibraciones, para cortar simbólicamente con el pasado. Y hace poco que caí en la cuenta, ‘¡Por fin! Acabo de descubrir para qué compré esta guitarra,’ la descolgué y la utilicé para hacer Double fantasy”.


“He estado escuchando Double fantasy una y otra vez”, le dije, dispuesto a acosarle con otra pregunta. John me miró con una sonrisa de esas que paran el tiempo, y la entrevista. “¿Cómo estás?”, me preguntó. “Estas últimas semanas han sido como un reencuentro para nosotros. Hemos visto a Ethan Russell, que ha grabado un par de vídeos para dos de las nuevas canciones, y también a Annie Leibovitz. Ella hizo mi primera foto para una portada de Rolling Stone. Ha sido divertido volver a ver a todo el mundo a quienes conocíamos y volver a hacerlo otra vez. Todos estamos vivos. ¿Cuándo nos conocimos por primera vez?”.

“Yo os conocí a Yoko y a ti el 17 de septiembre de 1968”, dije, recordando el primero de muchos encuentros posteriores. Fui un tipo con suerte, en el lugar adecuado en el momento justo. John había decidido convertirse en una figura más “pública” y desmitificar su imagen como Beatle.



Él y Yoko, a quien John había conocido en noviembre de 1966, se estaban preparando para las protestas en cama por la paz de Amsterdam y Montreal, y pronto publicarían Two virgins, la primera de sus grabaciones experimentales con sus “ruidos, sonidos y aires” shakesperianos. La portada del disco –el célebre retrato frontal de ellos desnudos – honraría las páginas del especial primer aniversario de la edición americana de ROLLING STONE. John acababa de descubrir esta pobre revista musical de San Francisco y había accedido a concedernos la primera de las entrevistas de su nueva vida pública. Como editor europeo, me pidieron que visitara a John y a Yoko y que llevara conmigo a un fotógrafo (Ethan Russell, quien más tarde haría las fotos del libreto interior de Let it be). Así que, con nervios y excitación conocimos a John y a Yoko en su residencia temporal en Londres.


La primera impresión es generalmente la más acertada, y John fue elegante, encantador, exuberante, directo y juguetón; recuerdo darme cuenta de cómo escribía pequeños recordatorios para sí mismo de la misma forma absorta con la que un niño dibuja un sol. Tenía que irse media hora después a unas sesiones de grabación para el White álbum, así que habíamos acordado volver a encontrarnos al día siguiente para hacer la entrevista, pero John y Yoko nos invitaron a Ethan y a mí a asistir a las sesiones de aquel día, para grabar Birthday y Glass Onion en los estudios Abbey Road. (Recuerdo intentar convertirme en invisible detrás de unos altavoces gigantes para no molestar a los otros tres Beatles, ya visiblemente desconcertados).



Cada nuevo encuentro con John abría nuevas perspectivas. Una vez, en 1971, me encontré con John y Yoko en Nueva York. Una amiga y yo habíamos ido a ver la película "Conocimiento carnal", y después nos encontramos con los Lennon en el vestíbulo del cine. Iban acompañados por el activista social Jerry Rubin y un amigo suyo, y nos invitaron a ir al restaurante exótico Ratner en el East Village para tomar unos crepes de queso. Allí, un venerable hombre joven con pelo largo se acercó a nuestra mesa y sin decir una palabra le dio a John una tarjeta con un conciso dicho del yogi Meher Baba. Rubin dibujó una esvástica en la parte de atrás de la tarjeta, se levantó y se la devolvió al hombre. Cuando volvió a la mesa, John le regañó un poco, diciéndole que esa no era la forma de cambiar la conciencia de alguien. Aunque solía ser mordaz y escéptico, John Lennon nunca perdía su sentido de la compasión.


Casi diez años después, estaba hablando de nuevo con John, y él seguía teniendo la misma gracia e ingenio que cuando le conocí. “Creo que debería describir a los lectores lo que llevas puesto, John”, le dije. “Deja que te ayude”, se ofreció, y entonces entonó con ironía: “Puedes ver las gafas que llevo puestas. Son normales, de plástico, con montura azul. Nada parecido a aquellas famosas de metal que dejó de usar en 1973. Llevo unos pantalones de pana, las mismas botas negras de vaquero que me hice en Nudie’s en 1973, un jersey Calvin Klein y una camiseta de Mick Jagger rota que conseguí en la gira de los Stones en 1970, más o menos. Y alrededor del cuello un pequeño collar de diamante de tres piezas con forma de corazón que compré como regalo de reconciliación después de una pelea con Yoko hace muchos años y que más tarde ella me devolvió como una especie de ritual. ¿Vale así?”. Y siguió: “Pero sé que tu fecha de entrega del artículo es el lunes, así que ¡vamos a seguir con ello!”.




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* Añadido el 16 agosto de 2011




En 1969, la pareja celebraba así su luna de miel: en la suite presidencial del hotel Hilton de Amsterdam, donde la prensa internacional estuvo invitada todos los días, de nueve de la mañana a nueve de la noche, entre el 25 y el 31 de marzo.

Yoko ONO, que ahora tiene 78 años, dice en su web...

"Queridos amigos: en 1969 John y yo éramos tan ingenuos como para pensar que metiéndonos en una cama podíamos cambiar el mundo. Quizá lo hicimos, pero en aquel momento no éramos conscientes"...

Artista conceptual, la viuda de Lennon mantiene una activa presencia en Internet, donde contesta regularmente a entrevistas con los internautas. A ellos se ha dirigido con motivo de la reciente publicación (agosto de 2011) del documental "Bed Peace" en YouTube: "Filmarla fue una buena idea. Esa película ahora es potente. Lo que dijimos entonces podría decirse ahora. De hecho, hay cosas que dijimos en la película que pueden dar ánimos en inspiración a los activistas de hoy en día".

John y Yoko se encamarían en público por segunda vez en Montreal, con el mismo objetivo: pedir al mundo que le diera una oportunidad a la paz.

Ono se despide en la web con una arenga: 

"Suerte para todos. Recordemos que LA GUERRA HA TERMINADO si queremos que así sea. Depende de nosotros y de nadie más. A John le hubiera gustado decir eso. Con amor, Yoko".